La Iglesia: ¿Política o Partidista?

Separación No Implica Silencio
Separación No Implica Silencio

Reflexión Pastoral #4

 

Las convulsiones sociales del postmodernismo están exigiendo cambios, algunos posibles otros imposibles, a la Iglesia cristiana. Indudable es que la Iglesia en general ha perdido influencia y voz dentro de la sociedad a causa de sus divisiones, escándalos, complacencia, etc. Agreguemos que esas causas han dado más fortaleza al movimiento secularista para limitar o retirar la voz de la iglesia en ciertas esferas de la vida social. Lo cierto es que ante una realidad mundial de pobreza, injusticias y abusos predominantes, la Iglesia está siendo retada a expresar un mensaje cristocéntrico contundente o ser espiritualista hasta el punto de decir que su preocupación es sólo espiritual y que los males del mundo son pruebas que debemos sobrellevar. Esta última actitud llevó a Carlos Marx a sostener que la iglesia era el opio de los pueblos, porque en nombre del cristianismo resignaba a las mentes humanas a mirar los males sociales como pruebas espirituales que se deben aceptar y sobrellevar.

 

En el mundo griego la ciudad era denominada polis, y de ambos términos deriva la realidad de la vida ciudadana o la vida política. Esa vida se manifiesta en deberes y derechos regulados por las Constituciones de cada país. Por lo tanto, es un absurdo negar que todo ser humano es un ser político o un ser ciudadano, que con sus acciones públicas actúa a favor o en contra de la polis o ciudad. Cuando se obedecen las leyes, se cumple la jornada laboral, se estudia, se vive en familia, etc, se está actuando a favor de la polis o de la ciudad, finalmente del país.

 

Cuando Jesús ordena a los cristianos ser luz del mundo y sal de la tierra, les está indicando que deben actuar haciendo lo correcto delante de Dios para influenciar en la vida de otros y/o en la sociedad. En otras palabras, Jesús indicó que debíamos tener vidas políticas cristianas, no sólo ser ciudadanos (deberes y derechos) sino ciudadanos cristianos. Esto significa, por ejemplo, que no sólo cumpla con mi derecho a casarme y con mi deber de mantener a mi familia sino mostrar como este derecho y este deber se desarrollan bajo la influencia y dirección Divina.

 

Cómo debe funcionar la polis o ciudad es un asunto de quienes la administran o aspiran a administrarla. Como toda administración, cada quien tiene sus prioridades o ideas. Esas diferencias de criterio son las que dan lugar a los “partidos” ciudadanos o políticos. Es en esa perspectiva que un ciudadano o político se vuelve partidista, y ya el término en sí connota división, e inevitablemente pasiones humanas.

 

Ahora bien, lo maravilloso de la fe cristiana es que su sabiduría es tan alta que funciona bajo cualquier sistema de administración de la polis (monarquía, dictadura, imperialismo, democracia, comunismo, etc.). Y la razón es que la fe cristiana no es un asunto de partidismo sino de política. Usted no puede evitar ser político pero sí puede evitar ser partidista. Luego, su vida política cristiana con las virtudes del amor, la justicia y el temor a Dios, debe influenciar su entorno social o político para que éste a su vez influencie a los administradores (gobierno) de la polís o ciudad, y finalmente al país.

 

De esta manera la Iglesia debe ser política pero no partidista. La Iglesia debe apoyar todo lo que contribuya al bienestar social o político dentro de la perspectiva de la fe cristiana. Debe exhortar a sus miembros a ser ejemplos en toda cosa buena. Y cuanto pueda y con prudencia debe hacer sentir su voz en medio de la ciudad o polis, sin ningún tipo de prebenda y con una conciencia limpia ante Dios, en relación con los asuntos que deben enmendarse, corregirse o atenderse. Debe salar su entorno con los valores de la fe y el amor de Jesucristo.

 

Rev. Oscar Toledo

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