Mi Ofrenda para el Señor

Sobre Ofrendar y Diezmar

Todo verdadero hijo de Dios siente la necesidad y tiene la obligación de darle honra y adoración al Dios que hizo los cielos y la tierra y que nos creó para Su gloria. Sólo quien tiene a Dios por padre y reconoce que Dios es santo, santo, santo, reconoce esta obligación para que Dios pueda ser adorado en medio de las sociedades.

 

La historia de la adoración a Dios por medio de ofrendas y diezmos comenzó antes de la iglesia y antes de la fundación del pueblo de Israel bajo la Ley dada por Dios a Moisés. La historia inicia desde los mismos comienzos cuando Caín y Abel presentaron sus ofrendas al Señor. La tradición continua cuando vemos a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob adorando a Dios con sus ofrendas y diezmos. Así es como llegamos a los días de Moisés cuando Dios mismo establece las ofrendas y diezmos como obligación cultual de Su pueblo y expresión de comunión y adoración a Dios.

 

Abraham da su diezmo cuando aún no había Ley. Dios reguló y exigió el diezmo cuando dio la Ley a Moisés. Posteriormente, la iglesia adoptó el diezmo como expresión sabia del Dios y padre de nuestro Señor Jesucristo para rendirle culto a El y para expresar nuestra gratitud, adoración y confianza en El. De modo que a la iglesia no se le impone el diezmo pero lo emplea como referente fundamental de lo ordenado por Dios a Su pueblo.

 

Cada persona debe sostener su propio culto y comunidad religiosa. Los cristianos así lo entendemos y por ello rechazamos que los Estados o Gobiernos sostengan a la religión cristiana. Los bautistas resaltamos la necesaria separación de la Iglesia y el Estado. Y todo culto religioso debe existir por el sostenimiento y contribución voluntaria de sus adeptos.

 

El diezmo es una expresión fundamental a la fe en Dios desde los principios de la creación. El diezmo tiene la característica de no ser mucho y ser bastante a la vez. Y es que, aunque todo le pertenece a Dios, el desea ser valioso y amado por nosotros. De modo que en $1,000 de ingreso personal, $100 no son mucho, pero tampoco pasan desapercibido. Dios no pretende ser una carga perjudicial para nosotros pero si pretende ser honrado, servido, amado y adorado por quienes le conocen.

 

Como cristianos el compromiso de dar a Dios es mayor. En la Ley mosáica se establece sólo el 10% pero bajo la Gracia que nos ha llegado en Jesucristo el compromiso es mucho mayor ya que no se trata de cumplir la ley sino de expresar cuánto amamos a Dios: “Y cada uno dé como propuso en SU CORAZON, no con tristeza ni por obligación”. Si el primer mandamiento es amar a Dios con todo nuestro ser, ese amor debe reflejarse también en nuestros diezmos y ofrendas. Al respecto, si Jesús dijo que nuestra justicia tiene que ser mayor que la de los hombres, y el diezmo de la Ley es justicia en el Antiguo Testamento, entonces sobran las palabras para decir que Dios espera (con amor, gratitud y adoración) mucho más que el diezmo. ¿Cuánto? ¡Usted lo decide en su corazón!

 

Una última palabra. Nosotros, como ciudadanos debemos pagar nuestros impuestos porque esa es la ley y nuestra obligación. Que algunos gobernantes malogren nuestros impuestos no es nuestra responsabilidad, la nuestra bajo la ley es simplemente pagar los impuestos. El asunto de exigir cuentas es correcto pero es otro tema. Igualmente, nosotros los cristianos debemos dar nuestras ofrendas y diezmos porque esa es nuestra obligación moral con la gracia salvífica de Dios. Que algunos pastores o iglesias malogren nuestras contribuciones no es nuestra responsabilidad, la nuestra es agradar y adorar a Dios. En el caso de estos malversadores de las contribuciones consagradas a la obra de Dios, los cristianos confiamos mucho más en que Dios obrará su justicia con éstos que pudieran ser en muchos casos no cristianos sino lobos disfrazados de ovejas. Dice el Señor: No os venguéis vosotros porque Mía es la venganza.

 

Rev. Oscar Toledo

Marzo 2020

Donando Online

 

Esta no es la mejor manera de cumplir con nuestra adoración financiera a Dios. La frialdad del método y lo poco personal no le hacen útil para una adecuada espiritualidad que conlleva el acto de ofrendar y diezmar al Señor. Y es que no se trata solo de dinero sino de nuestra existencia y espiritualidad. Nos desprendemos de un monto que necesitamos, pero que por amor a Dios y en gratitud de su salvación gustosamente nos “sacrificamos” para dárselo al Señor. Así aprendemos el desprendimiento y la autonegación cristiana. Sólo cuando crecemos en ese desprendimiento material es que somos capaces de ser personas verdaderamente libres y desprendidas. Es cuando lo terrenal ya no nos atrae tanto y lo celestial se vuelve nuestro mayor deseo. El ofrendar y diezmar nos enseña a ello.

 

Pero hay algo aún más importante. Ofrendar y diezmar son actos auténticamente de adoración a Dios. El dinero lleva parte de nosotros en “sacrificio vivo” y en amor a Dios. Por ello, el momento de ofrendar en el templo es cultual y sagrado. Tristemente esas características se pierden bastante en un ofrendar online. No se trata solo de dar dinero a la iglesia o a la obra del Señor. Se trata de adorar a Dios en un momento sacro y delante del pueblo de Dios. Recordemos que el énfasis de la Biblia no es tanto lo individual sino lo colectivo, y no poder adorar a Dios en comunidad es una gran frustración que nos ha traído este tiempo de crisis.

 

Trate de que este momento de ofrendar o diezmar online no sea algo frívolo y vacío. Ore; piense en lo que está haciendo; en cómo está entregando parte de usted al Señor; pida por un buen uso de su aporte; delo con alegría; agradezca a Dios por Su provisión para tí y tu familia; agradécele por tu empleo; y alaba a Dios por ser tu Padre y Dios Trino. ¡Bendiciones!

 

Rev. Oscar Toledo